Uno Sguardo

Tengo que confesar que nunca creí en el amor a primera vista pero soy consciente que esta vez una mirada me atrapó.
Fue una noche donde la algarabía de una serenata estaba a flor de piel. Yo me encontraba ahí pensando en cómo pasar el resto de la noche después de unos planes cancelados y con el cansancio de un viaje torturándome la espalda.
Taciturna parada observando el comportamiento y analizando el concepto intransigente de “diversión” que manejamos. Minutos más tarde llega a mí una invitación para una reunión en un famoso boîte, eran las 12:00 menos 25, el debate entre si ir o no demora lo que me fumo un cigarrillo. Al llegar al lugar donde las luces blancas estas vetadas ya es la 1:00.

Atravieso la puerta de entrada sin malicia alguna de lo que sucedería esa noche, me incorporo al grupo de coetaños míos y recibo la primera incitación de alcohol; la noche era joven y yo no podía negarme; el tiempo pasaba lento entre copa y copa, risas y bromas. Solo habían pasado 55min desde que llegué cuando una compañera comenzó a invitarme para cambiar de grupo, a su quinto intento le seguí porque ya estaba con todo el tedio encima y no voy a negar que seguirla fue una de las mejores cosas que pude hacer esa noche.
En el transcurso de todo el tiempo que nos tomamos para llegar al otro grupo ya había planeado regresarme unos 30min mas tarde.
Comenzamos a bailar yo tenía la mirada perdida. Unos cuantos pasos de baile más y con el vaso de alcohol en la mano levanto la mirada una vez más. Unas gafas deportivas, joggers en jeans, polo blanco con plomo y zapatillas, la persona que los llevaba puestos llamo mi atención, no podía dejar de loar lo estupendo que le quedaba su atuendo y lo bien que bailaba. Quizá mi mirada se tornó un poco más intensa  que nuestras miradas se cruzaron causando en mí una ola de calor invasiva. ¡que mirada tan sublime! Unas ganas locas de robarle un beso nublaron mi mente, tengo la osadía de hacerlo pero al sonido de mi móvil me sacó de mis pensamientos. ¡Demonios! ya eran las 3:00 tenía que regresar y yo apenas le había cogido el gusto a ese lugar en los últimos minutos.
No pude sacármela de la mente si por un segundo; tiene ese no sé que que me vuelve loca. ¿Cómo sacarme de la cabeza esos hoyuelos hermosos, esa sonrisa encantadora y esa mirada que hizo que me derrita desde el primer instante? No había forma alguna, pues ya se había apoderado de mi mente dejándome como rastro una sonrisa boba en el rostro y el pulso acelerado ¿cómo fue que causo todo ese en mí? No lo sé pero pasó y es imposible controlar aquel proceso bioquímico en mi cerebro que hace que pierda mis niveles de raciocinio cada vez que la veo. De tal manera que lo primero que hice al llegar a mi habitación; por impulso dejando al subconsciente a mando, le escribí, tenía que decirle que me encantan eso hoyuelitos hermosos, minutos después ¡Sorpresa! Me respondió, el corazón me daba vuelcos en el pecho; pero es que tampoco era para menos, la personita que me gusta y que irrumpió mis pensamientos conquistando subliminalmente mi corazón; me respondió.
Custodiaba en mi ser la necesidad de volver a verla, en unos pocos días se convirtió en mi pasatiempo favorito escribirle a cada momento y escuchar su voz era como tocar las nubes con la yema de los dedos. En unas de las conversaciones que se soslayaba las medidas del tiempo; prometió que la volvería a ver para conocernos mejor y así fue el día que indica la mitad de semana lo esperé con ansias. Noche de cine y algo de alcohol, una película de terror que anunciaba las crónicas de un beso robado; labios suaves, cálidos, llenos de ternura y pasión que saben a gloria dejando una sensación exquisita en mí.
La madrugada anunciaba su hora de llegada y yo una tercera del mimo. La cercanía de su ser me encanta, su tierno calor me apasiona, besos furtivos cargados de lujuria amenazan con hacerme perder la cabeza, caricias excitantes y los labios entre mis muslos, haciendo que arquee la espalda y cada parte de mi ser estalle de placer con el roce de su lengua.
Los rayos de sol daban la bienvenida a la mañana pues la hora de partir ya casi llegaba. Esa noche me he vuelto adicta a ella; a sus besos, sus caricias, su embriagante aroma, sus bellas palabras, su forma de ser y la manera de hacerme el amor.
En una de las albas que recibí con ella me hizo la pregunta que tanto esperaba, devolviéndome así la tranquilidad, porque me aterraba la idea de ser la única que se estaba haciendo ilusiones, termine por dar la respuesta que moría por dar “si”.
Moría por ser suya
Moría por besar sus suaves labios
Moría por respirar su aroma
Moría por estar entre sus brazos
Moría por sentir sus caricias
Moría por derretirme en el calor de sus manos.
Hoy han pasado solo tres semanas y dos días desde que di mi respuesta, pero siento que cada día que pasa me enamoro más de ella.   

AUTOR : Lycx Andrea Nizama Gronerth

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